¿Y por qué una web? ¿Por qué añadir algo más a un entorno digital completamente saturado?

En fotografía, teóricos como Ira Lombardía nos hablan de la “bulimia icónica”, de la sensación de enfrentarse a los miles de millones de fotografías que existen (en 2011, sólo en Flickr, 560 millones de fotografías). A esto, podríamos sumarle los más de 125 millones de libros editados  hasta el 2010 (y que aumentan a la razón de 70.000 libros editados al año, solo en España), o los más de 120 millones de vídeos en Youtube (en 2015, cada minuto se suben 300 horas de vídeo a esta plataforma). Se me escapan los blogs, páginas de internet, y horas de música almacenadas en el “éter virtual”.

Entonces, ¿por qué crear una página web con más contenido?

Probablemente la respuesta sea la misma que a otras preguntas del tipo “por qué hacer otra foto”, “por qué escribir otro libro”, “por qué grabar otro disco”, y en mi caso la respuesta es una respuesta casi cercana al “solipsismo”: es una necesidad personal. La necesidad de configurar la realidad de una forma determinada, conceptualizar un visión de las cosas, la expresión de un “yo” autor.

¿Qué ruido hace un árbol que cae en medio de un bosque si nadie lo oye? No lo sé, no me importa. Este árbol tiene la necesidad vital de caer.

Bienvenidos.